Cuando hablamos de las empresas, el capital humano es el factor más importante a la hora de alcanzar los objetivos marcados, y conseguir que la dirección sea la correcta. Dentro de este capital, existe un triángulo de oro que, cuando se encuentra equilibrado lanzará al equipo humano de esa empresa a unas cotas de efectividad muy importantes. Aumentando el valor añadido del personal y consiguiendo la excelencia laboral.
Una buena gestión de la política de recursos humanos será capaz de equilibrar los puntos que forman ese triángulo, que pivota sobre tres puntos, que son: el saber, el saber hacer y el querer.
Este último punto, querer, es directamente proporcional a la motivación que recibe el trabajador. Hay que recordar que de un tiempo a esta parte, los factores motivacionales, a la hora de aumentar el valor añadido y la productividad de una empresa, adquieren mucha mayor importancia que los factores de aptitud.
Los tres vértices del triángulo de la excelencia laboral
Como ya hemos explicado, tres son los vértices del triángulo que conforman la excelencia laboral: el saber, el saber hacer y el querer hacer.
1º El saber: Cuando hablamos de saber nos estamos refiriendo a los conocimientos académicos del trabajador y a su Currículum Vitae. Unos conocimientos que se han adquirido en la etapa de formación y so están conformados por los contenidos técnicos o teóricos que atesora el empleado.
Cabe destacar que en la actualidad casi todos los trabajadores se encuentran en procesos de formación continua y este vértice del triángulo es uno de los más potentes dentro de las compañías.
2º El saber hacer: en este punto, hablamos acerca de aquellos conocimientos de índole práctico que pueden ser asimilados en el día a día laboral. Este saber práctico engloba el conocimiento de los procedimientos de cómo se hace el trabajo y está en estrecha relación con el talento humano.
Un saber hacer que se va mejorando con el paso de los años y la experiencia, y en el que las aptitudes de los trabajadores son imprescindibles.
3º Querer hacer: el tercer vértice del triángulo de la excelencia laboral, se refiere a la motivación que tiene el trabajador para realizar de una manera rigurosa su trabajo. Este concepto sería equivalente al buen hacer.
Cada trabajador sabe cuáles son sus puntos fuertes y cuáles sus carencias a la hora de desempeñar un puesto de trabajo específico. Esta actitud, el querer, es la que regula la buena aplicación de los contenidos teóricos y académicos que el trabajador ha ido adquiriendo en su devenir profesional.